domingo, 9 de septiembre de 2012

Una fotografía no se compra


Una fotografía no se compra, se descubre. Una fotografía está escondida para los ojos de la gente. Es tímida. Tiene miedo de que alguien la descubra y la utilice sin pedir permiso. La viole.
Las fotografías no se venden. No hay tiendas que vendan suerte para encontrarlas. Ellas son esquivas, son transparentes, son mágicas.
Pero hay veces en que esa náyade se deja descubrir por los ojos de algún soñador despistado, que sueña y sueña con ellas. Que las ama aún antes de encontrarlas.
Entonces es cuando fluye su magia y se unen, como si de dos amantes se tratara.
Entonces náyade y soñador crecen juntos, evolucionan, aprenden. Y, a veces, no sólo guardan su magia para ellos dos, a veces la impulsan hacia el Universo para llenar con su magia a todos aquellos que miren con el alma y el corazón.
Es... como descubrir una estrella fugaz. Una vez que ves el amor de una náyade y un soñador, estás perdido.
Estás terriblemente perdido.
Te has convertido en cuerpo y alma en un soñador más. Y como soñador vivirás tu vida intentando descubrir náyades escondidas.
Te has convertido en (futuro) fotógrafo.


No importa lo caro que sea tu objetivo, si no sueñas, no habrá náyades para ti.






Me gusta la fotografía.
Busco náyades en todas partes.
Soy soñadora.

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