sábado, 1 de diciembre de 2012

No se te ocurra comenzar un libro



Nunca abras un libro. No se te ocurra comenzar a leer.


No te presentes ante el libro de los dos colores. No lo hagas, no te atrevas. Da media vuelta, todavía estás a tiempo de salvarte. Aléjate sin hacer ruido de Michael Ende ya que podrías empezar, hechas ya las presentaciones, una historia con los libros que se podría volver, fácilmente, interminable. Con él descubrirías los dragones y pelearías contra La Nada y, al hacerlo, lucharías por la verdad. Pero en las batallas hay pérdidas y muchas veces ni los mejores protagonistas están libres de errores o faltas. Si no quieres molestarte, no digas el nombre de la Emperatriz Infantil, cierra la tapa, deja el libro. Aléjate de él. Márchate. Olvida sus palabras. Olvídalas. Bórralas de tu mente o tu mente querrá pronto más palabras. Pedirá que te arriesgues. Que te atrevas. Que luches. Has comenzado a ser lector y necesitas serlo cada noche y cada mañana. Ya sea en verde o morado, como comiences descubrirás que sí puedes enamorarte de forma plural. Comenzarás con uno y pronto querrás más y más.

Si no quieres ser un pirata, no te embarques con La Isla del Tesoro. Ve al televisor, ve a hacer la compra o duerme la siesta. Cualquier cosa que te aleje de Stevenson y su tesoro de papel. De no hacerlo, podrías llegar a marearte en las aguas de tinta que hay en el océano de la literatura. Miles de historias surcan la mente de miles de escritores. Si no quieres preocuparte, no mires la playa de emociones que se extiende ante ti en cualquier librería, en cualquier biblioteca, en la casa de tu mejor amigo o de tu abuela. Piensa que es algo demasiado infantil para ti o que tienes mejores cosas que hacer. Di que eres marinero de agua dulce y que por eso sólo lees revistas. No te zambullas con un libro si no sabes nadar....... ya que corres el riesgo de que una sirena te salve, enamorarte y convertirte en lector.

No pruebes a Palahniuk. No seas insensato y te atrevas con su prosa enérgica y destructora. Colisionará contra ti con todo lo que tiene. Él siempre da a matar, no querrás arriesgarte. Demasiado intenso, como el amor más fogoso que puedas imaginar. Como sus libros. No entres en ningún club que regente, porque podrías no salir... sin querer volver a entrar. Si lo pruebas, pronto querrás más. Más de él. Más de todos. Más. Es como si abrieras una botella de champán y todas las burbujas fuesen tus ganas de rodearte de más historias. Unos días te apetecerá algo como El Club de Lucha porque necesitas fuerza en la prosa y meditar sobre la sociedad, otras veces te apetecerá visitar otros lugares y puede que termines ayudando a Margaret Weis y a Tracy Hickman a crear épica fantástica a través de cientos de historias tan fabulosas como imaginarias. Otras veces, quizá prefieras sentir la Seda más hermosa que Baricco ha confeccionado en unas pocas páginas. Y, rodeada de tela tan suave, sentirte blandita y llorar por un amor perdido... o encontrado. Así que si no quieres que miles de sentimientos de golpeen desde cada capítulo, no pruebes a ninguno de ellos.

Tampoco pruebes a Golding. No te arriesgues a sufrir. No lo hagas. Yo estuve mucho tiempo sin atreverme a pasar página, el final de aquel capítulo me dejó más rota que entera y temía lo que todavía podía golpearme. Decir más sería decir demasiado, pero os puedo asegurar que la de él ha sido una de las pérdidas que más me han dolido. Es tan trágico y tan profundamente ligero que golpea entre algodones. Son palabras fáciles las que se dicen en aquella isla, pero son palabras cargadas de significado. Así te lo enseña él, así lo aprendí yo. Aunque gracias a él, creo que soy más humana que animal. Más reflexiva que envalentonada ignorante. Cuando miras al Sr. de las Moscas a la cara, creces. Así que atrévete con él si quieres descubrir la existencia humana.

Si alguna vez te susurran Camus, huye. Deja todo lo que estés haciendo y escapa. No mires atrás. Ni siquiera pienses. Sólo pon metros, kilómetros, años luz entre sus palabras y tu corazón. Albert Camus es como una bala directa al alma. Si notas que estás a tiro, usa casco, usa chaleco antibalas, ve a un búnquer antinuclear. Escóndete. Que no te encuentre. No existe justicia en el mundo que compense el golpe recibido por Los Justos y ni siendo poseído por el más terrorífico demonio, sentirías más dolor que sufriendo Los Posesos. Él sabe demasiado de la condición humana y puede querer presentarte a Kaliayev o a Dora. Di no. Ellos te harán sentir desnudo y cubierto de suspiros, vacío y con demasiadas sensaciones en el cuerpo. También llorarás. Así que no abras ni su teatro, ni sus novelas, ni siquiera los discursos recogidos en pequeños libritos. Ya que en el caso de la literatura, no importa el tamaño, sólo el contenido. Hay libros grandotes cargados de algodones y algunos pequeños que pesan demasiado. No te confíes, no te atrevas. Aléjate de los libros.

Aléjate de los libros y ve lejos, no vaya a ser que al intentar huir, termines en alguna estación espacial y allí Orson Scott Card te pregunte si quieres jugar. Como si fueses un niño y él te ofreciese caramelos a la salida de clase, di no. Es un juego peligroso y no te conviene. Ender es demasiado profundo para no terminar con el corazón encogido y agradeciendo cada semana el haberlo conocido. Así que si no quieres de él más palabras, más historias, más finales increíbles, di no. No quieras leer. No leas.

No leas ni uno, ni dos, ni tres, ni... Especialmente no leas los siete libros que narran la historia de un chico llamado Harry o terminarás perdido del todo. Sufrirás, su historia no es sencilla, lamentarás capítulos enteros, maldecirás decisiones precipitadas, llorarás muertes. Rowling posee una prosa cargada de magia que te hechizará y no sólo terminarás devorando sus siete libros, sino que comenzarás a fantasear con tus futuras adquisiciones, te harás el carnet de la biblioteca más cercana y hasta revolotearás por todos los rincones de tu librería preferida (porque hasta una librería preferida terminarás teniendo). No dejes que la magia de la literatura llegue a ti, o tú volverás a ella durante el resto de tu vida.

No comiences un libro. No lo hagas, no seas ingenuo y no empieces. No digas que puedes dejarlo cuando quieras, no podrás. Los libros, las historias, se te meten dentro. Es una adicción tan poderosa que es muy difícil dejar de leer tras haber empezado. Porque existen tantísimas historias, unas buenas, otras no tanto, que es muy difícil no sentirse enamorado, trágico, feliz, enfadado, mágico, poeta, soñador, dramaturgo, clásico o pulp.

No se te ocurra comenzar un libro, porque es muy fácil que termines convirtiéndote en lector. Y los lectores sufrimos mucho. Además, nos enfrentamos a miles de enemigos y padecemos un sinfín de desventuras, tenemos que ser valientes. Si bien es cierto que solemos enamorarnos al menos una vez en cada historia, muchas veces nos rompen el corazón. Y si bien es verdad que a veces puede que se nos escape una carcajada, en general hay una lágrima por cada risa. Con un libro puedes sentirte dichoso y desdichado, así que mejor no sientas nada. No dejes que tu corazón se enamore, no le permitas que se atreva a sentir o a pensar o a ser. No leas.



O, más bien, sé valiente y atrévete.
Comienza un libro.