miércoles, 21 de noviembre de 2012

Rhapsodia de heridas y lametazos



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(Esta historia es ficticia. Cualquier semejanza con personas o situaciones no es más que fruto de una traviesa casualidad.)


No me hagas daño. Ni del verdad ni del de mentira. No me hagas daño.


Las flores que tengo sobre la cabeza no son rosas, sino tulipanes.
Tampoco las tengo sobre la cabeza, sino sobre el corazón.
Pero las palabras son más o menos las mismas:
"don't make me sad,
don't make me cry."





Porque a la hora de luchar... soy pacifista.
O, más bien, escapista.


Los lobos dicen que muestran ternura al morder y yo sé aullar.
También puedo echar a correr si alguna oveja intenta atacarme.
Y cuando digo oveja no digo oveja, ni me refiero a ti.
No sé si puedo competir, sé que no quiero hacerlo.


Siempre hay dos bandos. Siempre hay dos bandos.
Dime si estás en el que estoy yo.
Siempre hay dos bandos. Siempre hay dos bandos.
Uno el vencido y otro el vencedor.


Y no quiero ser la última en la fiesta,
quiero que, cuando termine, nos vayamos juntos de la mano.
Pero si el tiempo y la distancia es brutal, lo son más las dudas o las otras palabras.


Tú me susurras lo que me susurras,
(todos esos sonidos bonitos y todos esos silencios que besan)
pero ¡ay! que yo sigo el método científico.


Y me gusta observar.
Y las palabras se dejan mirar.


Y me gusta experimentar.
Y los silencios dejan que me concentre mejor.


Y si el valor se labra en el camino del miedo,
por mucho que me abrigue, en algunos paseos siento frío.


Confesaré que la inseguridad, al igual que algún lunar, se me pegó hace tiempo a la piel.
¿Sabes tú cómo borrarla? No es una agradable compañera de piso, no miento.
Porque , yo no miento.
Aunque...
a veces callo.
.
.
.
Y esos silencios no son más que caídas.
(¡engañosa ortografía!)




También puedo decirte, aunque supongo que ya lo sabrás, que soy tan olvidadiza como patosa.
Y que me gusta no tropezar. O que evites mis caídas.
Y que me gusta que me recuerden para qué sirve el verbo afectar.
O,
más bien,
cómo se conjuga
(contigo).



No olvides recordarme que,
salvando el afecto,
(y pese al riesgo)
"Me afectas, Nana."


En cuestión de caídas libres...
mejor contigo.

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