jueves, 13 de septiembre de 2012

plasticidad y transformaciones



Llegas al lugar en el que has quedado y te sientas a esperar. A esperar a esa gente que nunca llegará.

Cuando te das cuenta de que todo terminó es cuando realmente abres los ojos y comienzas a gritar el por qué a las paredes que nunca te darán respuesta. Es como un acto reflejo. Una sinapsis química que vieja por tus células. Son impulsos nerviosos demasiado rápidos como para que alguien los detenga. Te asfixias en tus propias dudas y tus propios temores. Y eso que presumes de valentía. Tanto tus neurotransmisores como tus neurohormonas están exhaustas. Demasiados pensamientos perdidos en tarros de mermelada escondidos. Quieres ser bella pero ni la genética ni las ganas te permiten conseguirlo. El reconocimiento. Quieres ser la mejor. Pero la meta nunca se alcanza. Es sólo una idea. Algo pequeño, algo sencillo, algo imposible. Y las ideas viajan al mundo de las ideas y se pierden entre ellas. Quieres escribir pero te has olvidado de decir adiós.

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