domingo, 18 de noviembre de 2012

Cartas a Queridos Desconocido (1)



Querido Desconocido,

Espero no importunarte con esta misiva pero he visto como tus ojos curiosos pedían una historia. Y aquí estoy yo, despeinada y con sueño, tomando un café con sabor a avellana, escuchando música muy suave y escribiéndote. Exacto, mi mente ahora misma es tuya.

Historias tengo muchas: inventadas y reales, azules y grises, de gritar en montañas rusas o de susurrar en la cama. Tengo historias bonitas y otras más feas. Algunas tienen final triste, otras final feliz. Muchas están sin terminar. Otras ni han comenzado. Hay historias para reír, para sentir, para llorar, para vivir. Algunas dan ganas de echar a correr, otras de acercarse un centímetro más. Tengo historias de magos, de dragones, de cohetes tan especiales como espaciales. Hay historias de besos, de viajes, de mordiscos. Algunas hasta arañan. Hay historias buenas y otras malas.

Pero...

Hoy te voy a contar una historia tan ficticia y tan real como la necesidad de respirar. ¿Estás preparado? Yo ahora mismo suspiro. Sí, esta historia empieza con un suspiro. Porque es una historia del corazón y porque es una historia que me hace temblar y porque es una historia azul. Y porque bombea sentimientos, especialmente por eso suspiro.

Hace tiempo pensaba que los icebergs se formaban en mi corazón y después de extraviaban y terminaban en los polos. Que los pingüinos me escribían cartas de agradecimiento por crearles un hogar con sentimientos congelados. No sé muy bien por qué lo pensaba, ya que esas cartas nunca llegaron. Aún así, las sensaciones profundas eran, para mí, tan anheladas como inexistentes. Era de hielo. No era mala, ni ruin, ni una persona triste. Simplemente era de hielo. Simplemente me faltaba una primavera emocional.

Me faltaba...

... hasta que conocí el sol.

El sol y su calor. Tan suave, tan delicado, tan agradable. Una mirada y algo cambió.

¡Uy! ¡Pero qué tarde es! ¿Has visto la hora? Exacto, mejor será que esta carta descubra su final ya. Espero que tus sueños te traten bien y sean azules. Pronto volveré a escribirte.

No me olvides.



Atentamente,

Nana

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