viernes, 12 de octubre de 2012

Fight or flight



Salí corriendo de entre los escombros. Todo era una mezcla de ruido, humo y gritos. Tenía miedo y apenas podía respirar. El flato hacía que cada nueva zancada supusiera un dolor punzante. Pero debía continuar. El frío me helada los dedos, las mejillas y el corazón. La angustia se apoderaba de mi mente.

- ¿ Dónde estáis ? – grité con todas mis fuerzas buscando a mis compañeros con los ojos tan abiertos que el humo me producía gruesas lágrimas que resbalan por mis mejillas. Tosí varias veces. - ¿ Dónde estáis ?


Me detuve en seco. Giré 360º mi posición original y a punto estuve de derrumbarme entre el terror y la desesperanza. Pero no lo hice. Desterré toda fatalidad de mi mente y seguí corriendo. Saltaba entre el cemento, los hierros y el polvo. Pero al menos ya no escucha los gritos.

Sabía que mis compañeros habían salido antes de la explosión, antes de que yo lo hiciera. Sabía que no los dejaba atrás. Pero no sabía por qué todavía no los alcanzaba.

Comenzaba a sentir como los bronquios empezaban a contraerse. Demasiado rápido. Mi respiración, inicialmente acelerada, dio paso a una que era intermitente e irresoluta. “Joder, ahora no, ahora no!”. Notaba como mis costillas empezaban a aproximarse demasiado a mis pulmones. El esfuerzo que hacía por seguir en movimiento, hacía que mi asma hiciese acto de presencia. No podía continuar así.

Me detuve jadeando. Sentía dolor, náuseas y como si mi cabeza estuviese en una lavadora. Me saqué la mochila de los hombros y la abrí apresuradamente. Rebusqué entre todas las cosas que había en su interior. Cerré los ojos con fuerza y me llevé una mano al pecho. De rodillas entre los escombros dejé que mi frente tocase en el suelo. Creo que estaba llorando. “Tranquila, tranquila,…”. Pero no estaba dispuesta a rendirme tan pronto. Finalmente encontré el inhalador y me dosifiqué varias veces. “Mejor sobredosis que quedarme aquí”.

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