domingo, 23 de septiembre de 2012

Fred



Se pasó la mano por la mejilla y su palma tomó un color rojizo.

- Me cago en tu puta madre! – Fred sacudió la cabeza con brusquedad y se volvió de golpe contra el gigantón que le había rajado media cara con una navaja. Saltó hacia su cuello y lo agarró como pudo, con fuerza, intentando estrangularle.

El gigantón se resistió hasta que consiguió lanzarlo lejos de él. Fred chocó contra la pared más cercana y cayó sobre la mesa que había debajo. Escupió algo de sangre con desprecio y miró a la chica que, hasta el momento anterior a su aterrizaje, había estado tomando una copa mirando medio asustada la pelea.

- Lo siento, bonita. – Fred le guiñó un ojo a la chica y se dejó caer de la mesa al suelo. – A ver, gigantón… - se fue levantando como pudo mientras intentaba peinar su cabello oscuro con las manos – estás peleando conmigo, no hagas que nos separemos tan pronto; acabamos de conocernos – Y tras esto, y con una sonrisa en el rostro, se volvió a lanzar contra el hombre que le sacaba al menos 20 cm y 50 kg.

Curiosamente, tras apenas 2 minutos después de que Fred se lanzase de nuevo contra el gigantón, este último cayó inconsciente en el sucio suelo del bar.

- Un placer. – Le soltó Fred mientras lo saludaba con una mano en la frente, simulando un militar. Fred se acercó hasta donde había dejado caer su chaqueta y al agacharse una mueca de dolor cruzó su rostro, se llevó una mano a las costillas. Negó con la cabeza y volvió a intentar peinarse con la mano izquierda su desordenado cabello.

- Dime, pues, ¿cuánto es la peleílla esta? – Fred se acercó medio cojeando a la barra mientras hablaba con el señor que lo miraba tras la caja.

- Por esta vez te lo perdono, capullo pretencioso. Pero única y exclusivamente porque ese imbécil de Jonathan se merecía mil más como esta. Ya sabes, ándate con ojo por aquí.

- Sin problemas, jefe. – Y volvió a saludarle con una mano en la sien, como haría los soldados.


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